miércoles, octubre 11, 2006

La melancolía bate récords en Francia

No se trata del estado de ánimo reinante luego de los autos quemados por inmigrantes desprotegidos, aunque bien podría asociársele. En el centro de París se cocina, alejado de los disturbios de la periferia, una de las muestras más inquietantes de la temporada actual europea. La elite cultural de París rechazó con contundencia la idea de esta exhibición que hoy no para de cortar tickets en el Grand Palais de París. Cuando su empecinado curador, Gerard Regnier, la propuso inicialmente, hace ya 10 años. Burócratas de la cultura y funcionarios de museos pensaron que nadie pagaría por ver obras de arte asociadas con el tema propuesto. El tema en cuestión era la depresión como disparador de obras de arte.

Melancolía, genio y locura en el mundo occidental se convirtió, finalmente, en el gran éxito de la temporada parisina y tanto franceses como turistas invaden ahora las salas del palacio para deleitarse con lo que la tristeza existencial dictó a las cabezas de más de 300 creadores. “La melancolía no es sólo negativa”, expresó el curador Regnier, en una entrevista. “Por el contrario, fue una energía positiva que dio fuerza y genio a los grandes artistas de Occidente. El objetivo es mostrar al público la complejidad, la variedad y lo positivo de la melancolía”, redondeó Regnier, que diseñó esta muestra, la última de su carrera antes de retirarse de sus tareas de director del Museo Picasso de París, donde también revolucionó el ambiente con su exhibición Picasso erótico en 2001.

La exposición está dividida en ocho recorridos desplegados temporalmente. El primero alude a la melancolía antigua, el segundo a la edad media y se llama “el baño del diablo”, el tercero da cuenta del renacimiento y se denomina “los hijos de saturno”. Continúan “la anatomía de la melancolía, “sus luces y sus sombras”, “dios está muerto”, “la naturalización de la melancolía” y finalmente “la melancolía en nuestros tiempos”.

La primera sala de la exposición que reúne obras de la antigüedad abre con una cita de Aristóteles de su obra Problemata. “No sé por qué razón pero todos los hombres de excepción, sea de la filosofía, sea de la ciencia política, sea de la poesía o de las artes, son manifiestamente melancólicos...”. En este recorrido se exhiben tres encantadoras ánforas griegas que narran la muerte de Ajax, Penélope tejiendo y destejiendo y Hércules y sus trabajos. En esta sección también se expone una lápida funeraria del Museo de Atenas, que muestra a un hombre sentado, con la mirada perdida, frente a una gran ola de mar que se ha llevado todo lo suyo. En el centro de la sala se planta una pequeña estatua de bronce, de menos de veinte centímetros, con el arquetipo del melancólico con la mano en la mejilla, hablando consigo mismo.

Tras un paso por la Edad Media y una excelente pieza de madera tallada del Museo de la Catedral de Estrasburgo, el recorrido de la exposición llega a la imagen clave del mundo del Renacimiento: el enigmático grabado de Durero, de 1514, al que Erwin Panowsky (1892-1968) dedicó un ensayo clave en 1923, Saturno y la melancolía publicado en Londres en 1964.

“Anatomía de la Melancolía”, la sección siguiente, toma el título del libro de Robert Burton de 1621, ilustrado por obras de Domenico Fetti o de Guercino. El capítulo quinto, dedicado a las sombras del Siglo de las Luces, está dominado por la obra de Francisco de Goya, desde sus dibujos hasta sus autorretratos. Aquí también sobresale una pintura melancólica por excelencia: uno de los últimos autorretratos de Zoran Music, con 90 años, donde la figura se disuelve gris que lo dice todo. Melancolía de 1912 de Giorgio de Chirico es otra perla de la exposición. El Doctor Fausto de Thomas Mann o La muerte de Virgilio de Hermann Broch son obras clave para seguir en la literatura el mundo de Munch, de Beckmann, de Hopper o, en el presente, de Kiefer y dan cuenta de los capítulos siguientes propuestos por el recorrido de la exposición.

Melancolía también roza el mundo contemporáneo –quizá su sección menos explorada- a través de expresiones de artistas que dan cuenta de las catástrofes globales, de las luchas sociales contemporáneas y de este infinito sentido de tristeza que parece invadirlo todo.

Sin embargo, Melancolía da una gran alegría a quienes no pueden visitarla en vivo: tiene una excelente sitio virtual donde se puede tener una idea acabada de la concepción de toda la muestra, capítulo por capítulo y donde además se pueden observar, casi como si estuviésemos en la sala del museo, las obras más destacadas de la exposición. Melancolía continúa hasta el 16 de enero de 2006 en París y luego se muda con todo su bagaje de poderosa tristeza a Berlín, la capital alemana para quedarse allí hasta mediados del próximo año.

Cristina Civale

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