domingo, octubre 08, 2006

Historia de la Homofobia en America Latina

Cuando se descubrió América, España y Portugal vivían su período de mayor intolerancia contra la sodomía -la práctica de sexo anal. En la recién descubierta América se instalaron tribunales de la Inquisición -tribunales del Santo Oficio, en México, Perú y Colombia. En Brasil por su parte, representantes del Santo Oficio enviados desde Europa hacían inspecciones regulares a la colonia, denunciando y apresando a los que practicaban la sodomía. Esta práctica era considerada como uno de los pocos crímenes que las primeras autoridades de Brasil tenían autoridad para castigar con la pena de muerte sin necesidad de consulta previa con el rey de Portugal.

La homofobia en la América Latina de hoy en día tiene sus raíces más profundas precisamente en el machismo que fue traído desde Europa por los colonizadores, que consideraban la sodomía como el peor y más sucio de los pecados.

Al desembarcar en el Nuevo Mundo, los europeos encontraron una gran diversidad de pueblos y civilizaciones, cuyas prácticas sexuales eran muy diferentes de las costumbres europeas. Muchas de las costumbres de las civilizaciones encontradas por los europeos tenían puntos de vista distintos con respecto a la desnudez, la honra, la virginidad, el incesto, la poligamia, y sobre todo, la homosexualidad, el travestismo y la transexualidad. Al poco tiempo los europeos se dieron cuenta de que la práctica de la sodomía era común en todo el nuevo mundo.

Los conquistadores se escandalizaron profundamente al encontrarse con esculturas que mostraban en forma explícita relaciones entre personas del mismo sexo, generalmente hombres. En México, América Central, América del Sur -tanto en los Andes como en la Amazonía-, se dieron cuenta de que muchos indios e indias gustaban de la practica de sexo anal, a lo que terminaron asociando con la falta de conocimiento por parte de los grupos indígenas de la existencia de Dios y la Iglesia.

Pero no todas las culturas amerindias, sin embargo, estaban a favor del amor entre personas del mismo sexo. Entre los pueblos mayas y aztecas, según los cronistas franciscanos, "la sodomía pasiva es abominable, nefasta y detestable, digna de desprecio y de risa por parte de las gentes". Algo que llama la atención es la contradicción que existe entre diversas civilizaciones precolombinas que, por un lado, cuentan con una mitología donde se valora el hermafroditismo y la homosexualidad, y por otro, muestran prácticas morales a veces bastante represivas, aplicando incluso la pena de muerte a ciertos casos de homoerotismo.

Antonio Requena, un venezolano precursor de los estudios sobre homosexualidad en el Nuevo Mundo menciona en un trabajo con fecha de 1945 que la homosexualidad estaba presente en el continente americano desde su punto mas extremo al norte hasta su punto mas extremo al sur.

En 1513 el conquistador Vasco Balboa lleva a cabo lo que puede ser considerada la fecha inaugural de la intolerancia hacia la homosexualidad en el Nuevo Mundo: al encontrar un numeroso séquito de indios homosexuales en el istmo de Panamá, apresó a cuarenta de ellos y los entregó a perros feroces para que los devoraran.

En 1548 se lleva a cabo la primera persecución contra europeos homosexuales: en Guatemala van presos siete sodomitas, siendo cuatro de ellos sacerdotes. Al ser llevados para la hoguera, lograron eludir la pena capital debido a un disturbio que tuvo lugar entre la población.

En 1549 el joven portugués, Estevao Redondo fue desterrado a las Américas y condenado al exilio perpetuo en el nordeste de Brasil.

En 1571 se instalan Tribunales de la Santa Inquisición en México y Perú, y en 1610 en Cartagena de Indias, litoral de Colombia. En la América hispana, a diferencia de lo que ocurría en la América portuguesa, la iglesia no tenía autorización para perseguir a los que practicaban la sodomía, esta tarea le correspondía a la justicia real.

"En Brasil, entre 1591 y 1620, 44 hombres y mujeres fueron acusados/as y procesados/as por sodomía, llegándose a fines del siglo XVIII a un total de 283 denuncias (entre portugueses y brasileños). Muchos de ellos fueron condenados a remar en las galeras del rey o desterrados a áreas remotas de África e India. De las 29 lesbianas denunciadas en el Brasil colonial, 5 recibieron penas espirituales y multas, 3 fueron desterradas y 2 condenadas a azotes en público. La más famosa, Felipa de Souza, dio su nombre al premio internacional más importante de derechos humanos homosexuales, iniciativa de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos para Gays y Lesbianas.

Hay documentos que prueban dos ejecuciones de homosexuales en la historia de Brasil: en 1613, en la ciudad de San Luís de Marañón, un indio tupinambà, públicamente insultado y reconocido como tibira (sodomita pasivo), fue amarrado a la boca de un cañón, siendo su cuerpo despedazado al salir la bala, "para purificar a la tierra de sus maldades". En 1678, se ejecutó a un segundo mártir homosexual en la capitanía de Sergipe: un joven negro, esclavo, "fue muerto a azotes por haber cometido el pecado de sodomía".

México lideró la persecución a sodomitas en América Latina durante el período colonial: en 1658 fueron denunciados 123 sodomitas en la ciudad de México y sus alrededores, 19 de ellos fueron presos y 14 quemados en la hoguera. Uno de ellos logró eludir la hoguera por ser menor de 15 años, recibiendo pese a todo 200 azotes y 6 años de trabajos forzados como castigo. En 1673, hubo otra persecución que termino en la quema de siete mulatos, negros y mestizos.

Con el fin de las inquisiciones portuguesa y española, también en América Latina se cerraron los Tribunales del Santo Oficio en 1820 en Perú y México, en 1821 en Cartagena y Brasil. Desgraciadamente, el hecho de que la iglesia terminara con la inquisición no significó el fin de la homofobia, porque como las mentalidades no se cambian por decreto hasta hoy persiste en América Latina el fantasma de la inquisición no sólo en la ideología moralista e intolerante sino también en la composición de las elites locales, cuyos sectores más tradicionales en muchas zonas descienden aun hoy en día, directamente, de los terribles familiares y comisarios de la iglesia católica que tanto persiguió y torturo a los homosexuales y lesbianas.

Los nuevos aires modernistas europeos terminaron por inspirar a la mayor parte de los países latinoamericanos y la sodomía termino por ser despenalizada, dejando de estar incluida en los respectivos Códigos Penales, pero siguió persistiendo durante todo el siglo XIX el fuerte prejuicio y discriminación sobre todo contra los "pasivos". Un número incontable de homosexuales siguieron siendo chantajeados, encarcelados y torturados por los agentes del nuevo orden policial con la excusa de que promovían la prostitución y la baja moral. A pesar de que muchos médicos y científicos demostraron su buena intención de intentar "curar" en consultorios y clínicas a los homosexuales y lesbianas, dichas terapias adoptaron a veces formas modernas de violencia, torturando a las indefensas mariquitas con terapias dolorosísimas que llegaron a incluir descargas eléctricas, dosis enormes de hormonas y peligrosos productos químicos, incluyendo transplantes de testículos de monos.

En el siglo XX, el suicidio, la total clandestinidad, la baja autoestima, la marginalidad, los asesinatos, pasaron a ser el pan de cada día de millones de gays, lesbianas y transgéneros en América Latina, rechazados por sus familias, humillados en las calles, impedidos de acceder al trabajo. Investigaciones realizadas en Brasil, país que debe albergar a más de 17 millones de homosexuales, revelan que de todas las minorías sociales, gays y lesbianas constituyen la más odiada, observándose que el mal trato va desde el insulto verbal al trato humillante en los medios de comunicación, la violencia física en las calles, las detenciones arbitrarias hasta los asesinatos. En México, hasta hoy a los gays se los llama "cuarenta y uno", en recuerdo de los 41 maricones presos en una sola noche en 1901, que fueron sometidos a castigos humillantes, obligados a barrer las calles de la capital y a lavar las letrinas públicas.

Según la Spartacus Gay Guide, hay áreas de levante, bares y establecimientos comerciales afines o abiertamente frecuentados por la población GLT en todos los 41 países de América Latina y el Caribe. Pese a todo, sólo en la mitad de ellos se tiene noticias de la existencia intermitente de uno o más grupos de defensa de los derechos homosexuales.

Pese a la gran diversidad socioeconómica y cultural de estos países, algunos fuertemente marcados por la herencia indígena, otros con gran influencia de la cultura africana, unos pocos con tradición ibérica más acentuada, América Latina se caracteriza por la presencia imponente del machismo y la homofobia, que reforzados por el control familiar (generalmente de inspiración cristiana) y por las grandes dificultades que la independencia económica presenta para los jóvenes, hacen que el proceso de "salida del closet" en los jóvenes sea tan difícil. Desprecio social, humillación pública y persecuciones policiales, hacen parte del cotidiano de los homosexuales latinoamericanos de norte a sur, a tal punto que se acostumbra decir que "hay que ser muy macho para ser gay en América Latina".


Luis Mott www.sentidog.com

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