SANTIAGO DEL ESTERO.- Zulma vivía en el barrio La Católica, uno de los más pobres de la ciudad, que toma su nombre por su cercanía con la Universidad Católica de Santiago de Estero.
Allí conviven la pobreza extrema, junto con los automóviles último modelo de los jóvenes universitarios que allí estudian.
Zulma tiene cinco hijos, todos ellos varones. Uno se murió por desnutrición hace pocos meses, mientras que los otros que estaban en las mismas condiciones pudieron ser atendidos a tiempo por el gobierno.
Ignacio, a quien Zulma llamaba "Nachito", tenía seis años, pero su peso era el de una criatura de dos años.
"Yo soy sola. Mi marido me dejó hace tiempo y me la rebusco con un «jefe de hogar» y con la «juntada» de cartón. Gracias a Dios y a que el gobierno me ayuda a mí y a mis chicos, no les falta la leche".
Zulma recuerda a Nachito y no puede contener la angustia.
"Me acuerdo que mi chiquito me miraba y me pedía comida y yo no tenía nada para darle.
"Algunas veces, tengo que decírselo, en la mamadera con el mate cocido le ponía alcohol o vino para que se durmieran y no pidieran más comida. No se las podía dar", cuenta Zulma doblada por la pobreza y el dolor.
El drama de la desnutrición no es nuevo en esta provincia. Aquí se vivió la particularidad de más de 50 años de un gobierno hegemónico, como el que encabezó Carlos Juárez, del Partido Justicialista, y del uso y abuso de la pobreza con fines políticos y electorales.
Hoy, por primera vez, la provincia maneja datos oficiales más cercanos a la realidad de familias como la de Nachito, donde el hambre sigue siendo una constante diaria.
Leonel Rodríguez
Diario LA NACION / Buenos Aires / 2005
martes, octubre 17, 2006
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